martes, 15 de noviembre de 2011

Cho Tchang


Sí, me llamo Cho.
Estoy usando una bombacha rosada
con puntilla blanca.

En la tintorería
almidonan bien
las tablas de mi pollera
para que se mantengan bien rectas
y, al caminar,
se vean como teclas de piano
tocando alguna linda melodía.

Esta, mi piel, es blanca.
Sí,
muy blanca y suave.
Hoy te veo y me la vas a tocar,
despacito.

Me peiné el cabello, bien lacio,
y me hice una media cola
con una hebilla de perlas.

Paso por las vidrieras,
puedo ver a todos adentro,
comiendo, gritando.
Estoy bien, sé que esta noche soy tuya
en ese hotel que reservaste
que a mí tanto me gusta.

Sí, estoy bien.
Sé que sos malo y eso me excita.
Sé que voy a llorar cuando me lo hagas,
y apenas termines me voy a acurrucar
en un rincón de la cama
como un feto, temblando.

La bombacha rosa con puntilla,
descosida, va a estar ahí
al lado de tu campera de cuero,
las dos en armonía.

Después, cuando me seque las lágrimas
podemos ir a comer algo por ahí
y pasear para que nos iluminen
las luces de la ciudad.

Tal vez, después
ir a un boliche
a que nos electrocuten los sonidos
y que las tablas de mi pollera
bailen hasta que se asome mi inocencia.

Sí, soy Cho.
Convidame un cigarrillo,
lo termino y vamos.